Estructura de la Unidad

Es importante meditar sobre la existencia de infinitos universos dentro del seno de la Unidad. Podemos decir, sin entrar en los diferentes planos de la existencia o en especulaciones intelectuales sobre universos paralelos, que dentro de la propia materia existen diferentes niveles de grandeza; tenemos el orden sub atómico, el orden atómico, el orden molecular, el orden corporal, el orden familiar, el orden social, el orden de las especies, el orden del planeta y podríamos seguir avanzando sobre otros órdenes de grandeza aún mayores. Cada uno de estos órdenes son universos en sí mismo que coexisten dentro de la unidad del cosmos manifestado. Universos perceptibles por nuestros cinco sentidos que se desenvuelven en obediencia a las exigencias de sus propias estructuras. En todos y en cada uno de estos universos se desarrolla la interacción dialéctica sustentada por la fuerza del Amor. Eso significa que en todos ellos se procesa el impulso germinal, una energía que, partiendo desde lo más profundo de cada uno de los complementos, converge en el centro gravitatorio de ese vínculo para de ahí ascender verticalmente. Es una fuerza que opera para adentro y para arriba, impulsando el crecimiento de todo lo que es y de todo lo que existe. De lo expuesto concluimos que tenemos la estructura de la cruz como base y fundamento de todo universo constituido. La propia interacción dialéctica representa el eje horizontal y el impulso germinal el vertical. La Unidad es, por lo tanto, la propia vida, Dios, el Amor y todo lo que de ellos se deriva. La fragmentación de la Unidad es el origen de todos los delitos, la causa más profunda de toda transgresión. Es el propio origen del mal que lleva a la atomización y la consecuente desagregación. ... y le dijo la serpiente: "... coman del fruto del árbol de la sabiduría y conocerán el bien y el mal y así serán como dioses". ... y conocieron el bien y el mal como principios absolutos. Esta fue la primer gran división de la mente del hombre. Dentro de la unidad no existía esa diferenciación, porque cada principio en ella contenido tenía su razón de ser, en el contexto de la propia existencia. Para tener una idea aproximada de lo que estamos aquí considerando, invoquemos el pensamiento de los primitivos griegos. Ellos consideraban que el universo manifestado era una faja estable de substancias, sustentada por cuatro fuerzas básicas que se equilibraban entre sí. A esta faja estable la llamaban Tierra y las cuatro fuerzas eran:



Donde Eros representaba la fuerza de la unión, Káos la fuerza de la división, Tártaro la fuerza de la densificación y Cielo la fuerza de la sutilización. Para que tengamos una idea de lo que sucede cuando elaboramos un juicio de valor sobre algo que hemos sacado de contexto, pensemos que la sola mención de la palabra káos nos remite a una idea de desorden. Esto la coloca en el reino del mal, sin concederle ningún atribulo que la vincule con el bien. Aquí tenemos un buen ejemplo de lo que sucede con los conceptos cuando se los considera fuera del contexto de la unidad en que deben ser considerados. Káos es el opuesto complementario de Eros. Por lo tanto, dentro de la unidad de la dialéctica tienden a equilibrarse mutuamente. Son dos fuerzas de naturaleza horizontal, que se limitan mutuamente para encontrar un equilibrio. La fuerza del Káos forma parte del desarrollo de la vida, por lo tanto, no podemos considerarla como algo malo. En su esencia está presente en la etapa de la división celular que se inicia dentro del vientre materno, poco después de la unión del óvulo con el espermatozoide. Si esto no fuese así, jamás hubiésemos superado el diminuto tamaño del embrión. Tierra es el universo donde interactúan los opuestos complementarios... y esta interacción es la que hace posible el proceso germinal.


ROLANDO GRIGLIO

Astrólogo Kármico