La Unidad del Ser Humano

En nuestros estudios hemos ido desarrollando la idea de que somos una UNIDAD que se extiende hasta los confines de nuestro propio universo conocido. Por lo tanto, no ahondaré mucho en el particular. Me detendré apenas en la idea de que el ALMA está presa en nuestra MENTE. Ahora bien, cuando tratamos de comprender más profundamente esta afirmación, tendemos a imaginar algo así como una "chispa" que está confinada dentro de un espacio psicológico que le es mayor. Nada más equivocado que esta imagen, ya que en realidad es nuestra mente sensorial la que se encuentra aprisionada entre sus propias limitaciones. El Alma envuelve a esta limitación, sin que el que habita el interior de estos "muros" tome conciencia de que eso está sucediendo permanentemente. Esto recuerda al prisionero, que después de muchos años de prisión, se acostumbró al pequeño universo de su confinamiento y olvidó la experiencia de la libertad que se extiende más allá de las paredes que lo aprisionan. El dialogo mental es una verdadera prisión, que confina al ser humano dentro de un espacio psicológico muy reducido. Este dialogo interno es como un "disco rayado" que repite, con una recurrencia obsesiva, un espectro bastante limitado de conductas y manifestaciones, que acaban acotando el tamaño del hombre.


La fuerza de la Unidad es omnipresente, porque ella es la totalidad de todo lo que Es y todo lo que existe. En verdad, esta fuerza primaria, conforma la sístole y diástole en que está comprometida toda la Creación. La diástole es la fuerza absorsiva del espacio uterino, mientras que la sístole es la fuerza absorsiva de la identidad. Cuando el útero absorbe, produce un efecto extrovertido en la individualidad, y esta es arrastrada hacia la horizontalidad de la vida. Cuando la individualidad absorbe, se interiorizan aspectos que están presentes en el espacio uterino. Aquí es importante comprender que tanto el espacio uterino como la individualidad tienen sus propios metabolismos internos, a través de los cuales digieren aquello que se intercambia. En el útero se encuentran los nutrientes que permiten el desarrollo germinal de la individualidad. Este desarrollo es una verdadera transformación interior, que también es reflejada en la imagen exterior de dicha individualidad. Pero el fruto de la transformación individual también debe ser asimilado y metabolizado por el espacio uterino. Con lo cual, este también se transforma. En realidad, la individualidad y el espacio uterino que la contiene son una misma cosa. Son una UNIDAD indisoluble, dentro de la cual se procesa la sístole y diástole de la Vida. En los tiempos del "Paraíso", la Unidad fluía en su dinámica natural, sin que hubiese interferencias de ninguna índole. Cada Ser Humano sentía toda la extensión de su individualidad... y sin dudas sabía por su propia experiencia que tenía su propio sector del universo, al que se sentía visceralmente unido. Esa vivencia ya la hemos perdido hace mucho tiempo, y por eso la negamos. Pero a pesar de que la neguemos, ella sigue existiendo porque no depende de la voluntad del hombre. Continuamos simbióticamente unidos a nuestros complementos. Los atraemos y se integran a nuestra vida, aunque nos resistamos a aceptar que ellos son la otra cara de la moneda de nuestros propios conflictos existenciales. Nuestra ALMA individual sustenta la vitalidad de nuestra propia Unidad. Continúa manteniendo su coherencia, aunque hacia el interior de la misma nuestro EGO niegue la experiencia de la complementariedad. A pesar de que la fuerza del Alma nos vincula a nuestros complementos, los aspectos psicológicos que se aproximan están "contaminados" por la auto suficiencia del Ego, que niega el principio de la Unidad. El Ego fundamenta su existencia en la negación de la Unidad. Ve en lo que sería su complemento apenas una diferencia, que combate de las más diversas maneras. Pero es fundamental comprender que, antes de que esos aspectos estuvieran vinculados por un conflicto, estaban unidos en vital armonía por una constante sensación de mutua necesidad que los integraba en una experiencia vivencial común. Esa vivencia de la UNIDAD es experimentada al nivel del ALMA.


El Alma es Unidad, y cuando se expresa lo hace en obediencia a la bipolaridad del espacio uterino en el que se manifiesta, generando una dinámica dialéctica donde ambos complementos se sustentan y vitalizan mutuamente. Esta interacción de los complementos, es la que permite el fluir del impulso germinal de la vida, que fluye para adentro y para arriba por el centro gravitatorio de toda identidad manifestada. Lamentablemente, la persistente tarea del Alma solo consigue operar la aproximación de los complementos... pero al vincularse, estos se ven como extraños porque se han ido desvirtuando en su verdadera significación al nivel de la MENTE, desde aquellos míticos tiempos de la Expulsión del Paraíso, en que el hombre comenzó a separarse sensorialmente de la Unidad, porque simplemente dejó de sentirla. Ese nivel de insensibilidad generó el "placer" de la auto suficiencia... pero también transformó al hombre en un paria en su propio territorio. En una semilla que niega su pertenencia a la tierra. Así es que, aquellos elementos ubicados más allá de la epidermis del hombre que le daban sustentación a cada individualidad, dejaron de sentirse como parte de la propia identidad... entonces, lentamente, los hombres y mujeres que poblaban la Tierra se fueron alienando del entorno y de todo lo que en el existe. Aquello de que los polos opuestos se atraen, fue rescatado apenas como un postulado de la ciencia, aplicable a la mecánica del universo y al mensurable mundo de los elementos. Este postulado de la ciencia, en determinadas oportunidades se lo aplica, más como una metáfora que como una afirmación, al complejo universo de la convivencia humana... pero rara vez se lo substrae de su condición de recurso metafórico. ... Y a pesar de que las aproximaciones de los complementos psicológicos suceden, generando vínculos verdaderos, dichos vínculos son vivenciados apenas como "aproximaciones" agradables o desagradables... y la interacción siempre se da desde la diferencia. De esta forma, es difícil que el Alma de cada uno participe en las cosas de todos los días. Porque para que el Alma aflore, es necesario, cuando se cierra el circuito de un proceso dialéctico, que se sienta el principio de la mutua necesidad estimulando a las partes que se unen. Cuando esto ocurre, se abre una puerta interior en el corazón del hombre, y por allí fluye, para adentro y para arriba, la fuerza germinal de la Vida... y el Alma nos hace sentir la ausencia del conflicto. El ALMA HUMANA es la manifestación de la UNIDAD al nivel del hombre y de su convivencia. Siempre está operando en función de la atracción de complementos... los atrae... estos se vinculan, y a partir de ese momento ya no pueden separarse nunca más, porque no puede separarse lo que DIOS une. Una vez que se generó ese vínculo pueden gestarse profundas afinidades o profundas enemistades, pero las partes seguirán siempre visceralmente unidas, aunque una gran distancia geográfica las separe. El aspecto complementario que une a las partes no puede negarse a voluntad... y ni siquiera inconscientemente, porque es anterior a la estructuración de cualquier concepto mental. También es anterior a la formación de la propia memoria sensorial. Por lo tanto, la complementariedad seguirá existiendo a pesar de los enfrentamientos que genera el EGO humano. El propio enfrentamiento egoico mantiene a las partes "implosionadas" en el pequeño universo de sus propios preconceptos, aumentado con eso la experiencia de la separatividad. Así se deja de sentir lo que hay de común en el intercambio dialéctico y, todo lo que la otra parte aporta al universo compartido se lo puede aceptar o rechazar, pero siempre se lo considerará como lo que el otro aporta. Todo esto debe ser profundamente meditado, porque aun en las relaciones en las que todo parece andar "a las mil maravillas", hay separatividad en aquello que se comparte... pero claro... aquí estamos hilando muy fino, y puede ser que más de uno de nuestros amigos lectores pueda sentirse disconforme con lo que aquí estamos expresando. Para llegar a comprender bien estos asuntos, es necesario entrar en un territorio que normalmente no transitamos. Es necesario transitar un "camino" de hondas reflexiones, en cuya meta final está perfectamente diferenciada la substancia del AMOR de la substancia del DESEO. Solo cuando se llega a esas latitudes del camino, se llega a comprender que AMOR y DESEO son antítesis claramente diferenciadas; el primero conforma la propia esencia del SER, el segundo conforma la esencia del EGO. El Amor es lo que aproxima a los complementos para mantener la coherencia de todo lo que es y todo lo que existe. Por lo tanto, es más profundo que cualquier conveniencia o pretensión humana. También independe de los sentimientos que acompañen a esas conveniencias o pretensiones. Lamentablemente, tendemos a elevar nuestras experiencias afectivas a la categoría de Amor con mucha generosidad, sin saber que el Amor es trascendente y en realidad opera en un nivel que está muy lejos de las sensaciones que acompañan nuestros éxitos o nuestros fracasos, nuestras satisfacciones o insatisfacciones, nuestras alegrías y nuestras tristezas. Por eso nos es bueno ahondar mucho en definiciones cuando se trata de identificar el misterio del Amor, porque con mucha facilidad se entra en una suerte de poesía irresponsable, que mucho mal le hace a aquellos que sinceramente anhelan descubrir esos misterios. Solo es importante comprender que el Amor es la propia fuerza de la Unidad que mantiene la coherencia de todo el universo manifestado. La Unidad es en verdad invisible. Es el estado anterior a cualquier manifestación. Es el estado potencial de las cosas que conforman el devenir de la propia Creación... y cuando la Unidad se manifiesta lo hace como sístole y diástole, como acción y reacción, como actividad y reposo, etc. Esta es la manifestación de la Unidad en el universo bipolar que conocemos. Esta es la manifestación del AMOR, omnipresente en todo punto del espacio, desde lo infinitesimal del átomo hasta las inconmensurables dimensiones galácticas. Esta es la fuerza que mantiene visceralmente unidos los aspectos que son realmente complementarios entre las psicologías de las personas, aunque estas desarrollen una progresiva guerra conceptual sobre el particular que los une. Es que el Ego humano niega su pertenencia a la Unidad y debe hacerse fuerte en la parcialidad que lo diferencia de aquello a lo cual se vincula. Este es el campo psicológico en que se desarrolla con absoluta idoneidad la substancia del Deseo, que hace referencia a todo aquello que vinculo a mi persona por una pretensión de pertenencia. En vez de sentirme parte integrante de la Unidad, alimento el deseo de que algunas cosas de ese gran universo me pertenezcan... con esa actitud, genero el "universo personal de mis cosas deseadas". Este falso "útero" me transmite una sensación de contención, que si bien alimenta mis deseos, nada aporta a mi crecimiento interior o espiritual... porque los nutrientes para ese crecimiento se encuentran en el espacio uterino que me corresponde por Karma.




ROLANDO GRIGLIO

Astrólogo Kármico