El Zodíaco como Impulso Germinal

La astrología se ha desarrollado enormemente, desde los tiempos antiguos hasta el presente. Sin dudas que eso pone en manos de los que transitamos este saber, herramientas muy importantes para el ejercicio de la profesión de astrólogos. Pero, a veces, la abundancia de recursos tiende a horizontalizar el sentido de nuestra búsqueda… y podemos perdernos en un laberinto de contradicciones irreconciliables. Desde hace mucho tiempo, todas las ramas del saber humano se vienen abriendo a nuevas especializaciones, sobre la base de una inercia irreversible. Para muchos, esta sensación de abundancia de recurso al alcance de la mano es muy buena… pero, para otros, entre los que me cuento, sentimos que el progresivo aumento del número actúa como una fuerza diluyente sobre la estructura de la unidad. Con lo cual todo saber original se va atomizando. Al decir unidad, es importante hacer la distinción de que estamos inmersos dentro de una unidad múltiple, que se expresa en diferentes niveles de grandeza. A saber; la unidad de la galaxia. La unidad del sistema solar. La unidad del planeta. La unidad del hombre, contenido dentro de la unidad de la familia… que está dentro de la unidad de la ciudad… que a su vez está dentro de la unidad del país… y podemos seguir metiéndonos dentro de la unidad del hombre y llegar así hasta la unidad del átomo. Esto recuerda la estructura de las “mamushcas” rusas… es decir, aquello de que los diversos niveles de grandeza, dentro de la unidad múltiple, se ordenan jerárquicamente, de mayor a menor. El trabajo que aquí presentamos se desarrolla a partir de una clara comprensión de la estructura de la unidad. Principalmente, llevando en consideración que esta estructura debe mantenerse, lo más consolidada posible, durante todo proceso de crecimiento. Pienso que estamos en un punto de nuestra historia, en el que debemos reflexionar con relación a las consecuencias que, esta tendencia a las especializaciones, ejerce sobre la estructura fundamental de nuestra psique. Habida cuenta de que este proceso redunda en el constante y rápido crecimiento de la oferta de estímulos que, desde afuera, se le ofrece a la natural curiosidad humana. En realidad todos nacemos con una suerte de curiosidad selectiva, la cual responde a nuestra particular necesidad de crecimiento. Dentro del propio fluir de la vida. Si nos metemos dentro de la larga cronología sobre la que se inscribe la historia del hombre y hacemos un análisis objetivo sobre cómo este se ha venido comportando a través de los siglos. Veremos que esa historia nos habla de un proceso en el que nuestra psique se viene haciendo cada vez más dispersiva. Me pregunto, como astrologo, que sucede con la astrología cuando se atomiza el saber astrológico. ¿Qué sucede con la esencia de la astrología? Sin dudas, algunos astrólogos se sienten identificados por tal o cual línea de investigación… y la siguen con absoluta coherencia. Estos astrólogos se transforman en una suerte de referente para con otros colegas, o simplemente para aquellos que se inician en este saber tan antiguo. La abundancia de información es una tentación muy grande para las mentes curiosas. Pero hay que llevar en consideración que estas mentes conforman, en su conjunto, el espacio en el que la Madre Naturaleza establece su dialogo de revelación. Pero si las mentes curiosas se pierden ante la presencia de tantos y tantos caminos, los misterios revelados se descuartizan y pierden su coherencia esencial. Esto que estoy considerando, no menoscaba la idoneidad del astrólogo sincero, que persigue su búsqueda con coherencia… pero si perjudica a aquellos, que, con una sincera curiosidad, se aproximan inexperientes a este universo, en búsqueda de respuestas. Talvez sea oportuno, no para el astrologo experto sino para aquellos que se están iniciando en este saber, exponer una especie de síntesis, sin que se pierda mi visión dialéctica de la astrología. Exponerla como el desarrollo de un dialogo, que sustenta el impulso germinal de la vida… un dialogo que se desarrolla en 12 etapas. A saber:


ARIES

El ímpetu inicial del embrión, que inicia con toda su potencia la interacción ovulo-espermatozoide. Se instala el centro de gravedad por el que fluirá, para adentro y para arriba, la fuerza germinal. Es el ingreso a un universo nuevo y más denso. Donde la fuerza germinal debe superar a la de la gravitación. El propio desconocimiento de las nuevas leyes se ve reflejado en el exceso de energía que la unidad instaurada aplica, para impulsar su crecimiento. En este periodo inicial se desconoce la verdadera intensidad de la resistencia del medio, lo que obliga a aplicar una cantidad excesiva de energía, para garantizar el desarrollo germinal. En esos momentos esa es la naturaleza del vínculo dialéctico entre la individualidad y el útero que la contiene. Esta etapa es el punto de partida del propio auto conocimiento. Después de algún tiempo esta interacción se tiende a equilibrar y, cuando se estabiliza, se da inició al ciclo siguiente.

TAURO

Este segundo periodo tiene que ver con la estabilización de la interacción dialéctica. En sí, la experiencia anterior sirvió para establecer los vínculos dialécticos con el entorno karmico. Las reacciones generadas por el exceso de energía empleada sirvieron para establecer respuestas condicionadas, invirtiéndose con eso el orden natural de la ley de causa y efecto. Con esto el individuo pierde su condición de ser el centro ejecutor de la ACCIÓN para asumir la condición de REACCIÓN. Con esto se garante no solo la estabilidad del orden establecido más allá del individuo, sino también se asegura la condición de que nada cambie. Se genera así un concepto de seguridad y estabilidad asociado a la idea de que deben mantenerse las cosas como están. No innovar. No modificar nada. Si todo permanece así, se está seguro. Por lo tanto, es en esta etapa cuando se genera una escala de valores asociada a ese principio.

GÉMINIS

La individualidad encarnante ya ha reconocido el terreno y tienen las respuestas a los eventos externos. Ya está en condiciones de avanzar en el plano de una dialéctica condicionada, que es el único camino posible para hacerse de los nutrientes necesarios a su crecimiento. Está en condiciones de negociar el capital acumulado, pero dentro de los parámetros ya establecidos. Es fundamental y necesario que los inevitables cambios que se dan por la constante interacción entre los individuos no excedan los límites de lo conocido. En esta etapa del proceso de auto afirmación el individuo siente la necesidad de expresar los valores que ya fueron atesorados como propios y defenderlos como "verdades" ante lo que expresan aquellos con quienes se relacione. Es en esta etapa del proceso germinal cuando se comienza a reforzar el espíritu competitivo, que actúa como substancia vinculante en el orden dialéctico actual. Como ya está desarrollada en el individuo una noción de seguridad relacionada a la idea de no innovar lo establecido, los intercambios se desenvuelven sobre la base de esa idea.

CÁNCER

Es la etapa del balance de lo que se ha intercambiado con el entorno. Ahora se deben asimilar los nutrientes necesarios para el propio crecimiento. Existe aquí una especie de objetividad selectiva, que responde al instinto de supervivencia la cual ayuda a "separar la paja del trigo". Desde la introducción del Ego en la vida de las personas esta etapa adquirió una importancia vital, habida cuenta de que la asimilación debe hacerse dentro de los límites del orden establecido, revalidando la veracidad de los pre conceptos... esto para que no se alteren las respuestas condicionadas. En términos reales, en esta etapa se llega al límite del crecimiento permitido para poder establecerse dentro del orden establecido. En esta vida estamos aprisionados en la atmósfera de esta etapa del proceso germinal. Todas las experiencias vividas oportunamente en ella permanecen congeladas en el tiempo como recordaciones. Están aquí las recordaciones de la presente existencia.


LEO

El ser humano quiere y necesita diferenciarse, dentro del contexto en el que crece, transformándose en el centro de las atenciones. Esta experiencia nos transmite a todos la sensación de sentirnos diferentes al resto de nuestros semejantes. De forma a veces inconsciente necesitamos mostrar, ante el escenario uterino que nos contiene, una imagen sobre valuada de nuestra propia identidad. Comienza aquí nuestra propuesta de inserción en el mundo, inspirados en un deseo de conseguir un lugar de destaque, que nos eleve por sobre grupo social que nos contiene. Es en esta etapa cuando afloran en nuestra persona los ataviamos culturales de nuestra especie y el desafío de vencer las limitaciones impuestas por un mundo que le pone cotas a nuestras ambiciones personales. Este es el momento en el que se nos hace posible tomar consciencia vivencial de la naturaleza energética del espacio uterino en el que kármicamente debemos desarrollar nuestro destino. La socialización no es un proceso fácil… y mucho menos pacífico. Por el contrario, se desenvuelve sobre la base de intensas tensiones dialécticas que subyacen en el intento de consolidad la propia identidad.

VIRGO

Habiendo conseguido una identidad diferenciada, nos enfrentamos ahora ante el desafío de que esta nos sea reconocida en nuestro propio entorno cotidiano. Sentimos en esta instancia la necesidad de que se establezca un ambiente en el que podamos sentirnos contenidos y valorados... necesitamos sentir que la imagen que hemos conseguido hasta el momento pueda transformarse en el centro de las valoraciones. Valoraciones que alimenten nuestra necesidad de sentir que estamos construyendo una identidad realmente diferenciada de la de nuestros semejantes. El trasfondo de este universo cotidiano es, sin dudas, bastante diferente de lo que todos y cada uno de nosotros creemos estar viviendo. Los juicios de valor que nuestro entorno elabora respecto de nuestra persona, generalmente no responden a nuestras expectativas. Sino que dependen de las susceptibilidades que nuestro propio accionar activen en la psique de los otros. Es aquí donde nos enfrentamos con el eco de nuestra propia historia… pero no precisamente con la parte visible, sino con la cruda realidad de lo que hemos sembrado. Están aquí las raíces ocultas de nuestro universo social particular. Aquí se hacen sentir las verdaderas fuerzas que condicionan y limitan nuestro libre albedrío, poniéndole cotas a nuestro crecimiento individual… según nuestro karma.

LIBRA

En la etapa anterior quedó claramente definida la naturaleza dialéctica de nuestra condición karmica. Se definieron las fuerzas de resistencia, con las que el útero que nos contiene trata de igualarnos a todos los que somos parte de su estructura por la ley de la entropía. Hasta aquí quedó definida nuestra “estatura histórica”. Nuestro verdadero nivel de ser, como parte de una unidad colectiva. El nuevo hemiciclo que se inicia con Libra, inaugura en cada uno de nosotros la posibilidad de crecer individualmente, por sobre los límites que nos impone el karma. Es en esta etapa que descubrimos la cara visible de lo que atraemos como complementos. Como así también la que le ofrecemos como imagen nuestra a los otros. Tenemos aquí la oportunidad de descubrir que, tanto nosotros como aquel o aquellos que atraemos para relacionarnos, sustentamos en nuestra vida una suerte de autoimagen que nos sirve para esconder aquellos aspectos de nuestra persona que sentimos vulnerables... y esto es algo universal. Estas autoimágenes se desenvolvieron a partir de las directrices impuestas por el propio orden establecido, en el lugar en el que se desarrolla nuestra existencia… y esto es lo que garante la igualación y nos mantiene dialécticamente unidos, por la ley de las afinidades psicológicas, con los que tienen nuestro mismo nivel de ser.

ESCORPIO

El descubrir que todos escondemos más de lo externamente mostramos, produce efectos variados. Para algunos basta con esconderlos bien, mientras que para otros se despierta un verdadero deseo de autoconocimiento, toda vez que la curiosidad se activa cuando tomamos consciencia de que hay mucho por descubrir más allá de la naturaleza visible. En esta etapa se empiezan a mover aguas profundas, en las que bucean viejas recordaciones que hemos silenciado en el pasado, sin otra intensión que esconderlas de nuestra consciencia. Esta etapa se da cuando llevamos nuestras relaciones personales a un nivel más profundo de intimidad. En ese escenario, la autoimagen tiende a perder su capacidad de ocultación, en forma directamente proporcional al tiempo de la experiencia compartida. Es ahí donde tenemos la oportunidad de descubrir que muchos de los valores sobre los que hemos venido conduciendo nuestros pasos en la vida, merecen al menos ser revisados. Muchos de esos valores nos fueron impuestos por la cultura, a través de la educación que recibimos… sin otro motivo que el preservar la tradición y el orden establecido. Descubrir esta realidad es entrever la naturaleza de las fuerzas que condicionan y limitan nuestra vida, por detrás de las apariencias. Desde el mundo invisible. Estos descubrimientos pueden llevarnos a experimentar una verdadera transformación en nuestra propia escala de valores. Propiciándonos la oportunidad de crecer como personas.


SAGITARIO

Si la etapa anterior fue para nosotros el escenario de una real transformación, esta etapa que se sigue nos invita a recopilar, conscientemente, el saldo de la propia experiencia personal vivida. Es la etapa en que contamos ya con los elementos necesarios para comprender nuestro propio mundo… y podamos expresar esa comprensión a partir de nuestros propios registros vivenciales. La interacción dialéctica con los complementos que conforman nuestro propio mundo personal, no solo nos permitió transformar la escala de valores heredada sino también registrar las escenas vividas, para conformar así el cuerpo de una filosofía propia, con la que podamos marcar nuestra presencia en el mundo que nos contiene... y podamos crecer como individuos. Es a partir de esta etapa cuando intuimos que el avanzar hacia lo desconocido no responde apenas a la ansiedad intelectual de querer saber, sino que responde a una necesidad interior, sobre la que se sustenta nuestro propio impulso germinal. Descubrimos aquí que ese es el camino de nuestro crecimiento interior. Debemos llegar con consciencia a esta instancia de nuestro impulso germinal, si realmente queremos ganar una verdadera individualidad en el mundo que nos toca vivir.

CAPRICORNIO

En esta etapa encontramos al individuo frente a un mundo, que se ha edificado a través de muchos y muchos siglos, sobre la base de una continuidad, lo suficientemente coherente como para darle fuerza de permanencia a las estructuras… esto, ante la decreciente capacidad de los individuos para crecer, a partir de sus propios impulsos internos. Solo aquellos que respondieron al llamado de su propia promesa de ser, aprovecharon la posibilidad transformadora que las dos últimas etapas le ofrecieron y se prepararon para encarar el verdadero desafío de crecer, cambiando para mejor la naturaleza de su nivel de ser. Este cambio de octava le permite al individuo sintonizarse con otro nivel de consciencia, presente en el mundo que nos contiene a todos. Comienza aquí a operar la ley de las afinidades psicológicas… y, si el individuo realmente ha cambiado su nivel de consciencia, entonces funcionará aquello de que “Dios los crea y ellos se juntan”. Un nuevo miembro estará entonces siendo acogido en un grupo de personas en el que confraternizan individuos un poco más evolucionados. Nada extraordinario. Un nivel más de los tantos niveles que conforman la estructura del mundo, desde el origen de los tiempos. Pero, aquí también se hace necesario comprender que, cada uno de los estratos dialécticos del mundo, se debe desenvolver dentro de límites claramente definidos. Dentro de esos límites, cada integrante tiene una vasta variedad de nutrientes para su propio desarrollo… y todo un tiempo o duración hasta que su permanencia en él ya sea innecesaria… mientras tanto, ese nivel imprimirá sobre el individuo su fuerza uterina, para impedirle que lo abandone. La puerta por la que es lícito abandonar ese nivel, es la puerta de la transformación interior. La misma que procesó para ingresar.

ACUARIO

Estamos aquí ante el mundo de las afinidades psicológicas y el orden de las fraternidades. Aquí se define la organización del mundo para que lo heterogéneo se desenvuelva en armonía, dentro del seno de la unidad. Tenemos aquí el orden de las esferas, que guardan hacia su interior la dinámica vibrante de los oficios y de las más variadas actividades en las que el ser humano se integra. Si continuamos con esta exposición, manteniéndonos dentro del contexto de la historia del hombre, llegaremos a la lamentable conclusión de que este orden natural del mundo viene siendo transgredido y en cierta medida disgregado por la falta de consciencia con la que venimos construyendo los destinos de la propia humanidad. La falta de consciencia nos impide comprender que nosotros, como todos los seres vivos, solo podemos crecer por transformación… y que todas las transformaciones, desde las más pequeñas a las más grandes, se deben procesar en determinados intervalos de tiempo… a través de la interacción dialéctica con nuestros complementos. O sea, a través de vínculos procesándose dentro de un mismo nivel de ser. Estos vínculos son vínculos kármicos. Lo que implica que son procesos dialécticos que definen conflictos a ser resueltos... si en verdad queremos abandonar ese nivel de ser. Ese es el sentido profundo que tiene el orden de las esferas, en el ámbito de la convivencia humana.

PISCIS

Esta es la etapa final en la que concluye una octava del proceso germinal. Aquí aparecen fuerzas disolutivas que están más allá de las apariencias visibles del orden de la sociedad y que apuntan a la eliminación, desde lo profundo, de aquello que ya no es necesario para continuar procesando las transformaciones necesarias, para llevar adelante el propio crecimiento. En el trasfondo de este signo vibran sentimientos de renuncia, que el Ego siente como sacrificios. Puede que lo sean, pero son sacrificios más que necesarios para poder pasar a la próxima octava. Recordemos la imagen del Barquero de Caronte de la Divina Comedia, cuya función era la de llevar las almas desencarnadas a la otra margen del rio. Este lúgubre personaje exigía el pago de una moneda para abordar su barca. Toda una gran metáfora del pasaje de una octava a otra, donde la moneda simboliza lo que el individuo acumuló en la octava que culmina. Esos valores acumulados no pertenecen a la siguiente octava, por lo tanto su valor solo alcanza hasta ese punto del camino. El desapegarnos de esos valores nos capacita para ascender al ciclo siguiente.


 



ROLANDO GRIGLIO

Astrólogo Kármico