La Dialéctica de la Creación

En un lenguaje metafórico podemos hablar del corazón del cielo o de la respiración del universo, para sintetizar con ello la permanente expansión y posterior contracción que se procesa en todos los niveles de grandeza de la Unidad. En ese movimiento pendular continuo entre la luz y las tinieblas, entre la actividad y el reposo, entre el sonido y el silencio, entre lo denso y lo sutil, se encuentra contenida la energía motriz que sustenta el crecimiento que se da "epidermis" adentro de la Unidad (... y esto vale para todos sus niveles de grandeza).

El impulso energético que emana del sol central de cada nivel penetra la oscuridad de la Tierra Filosofal para vivificar y liberar los nutrientes que en ella se encuentran. Estos nutrientes liberados son los que deben sustentar el crecimiento de la Unidad. Por lo tanto, el centro emisor y el espacio receptor conforman los dos extremos de un único y vital proceso que se desenvuelve para adentro y para arriba; desde lo denso a lo sutil, desde las sombras a la luz, desde el caos al orden, desde la multiplicidad a la unidad, desde la complejidad a la síntesis. Todo en el universo está comprometido en este movimiento ascensional, porque todo el Universo está germinando. Todo lo que conforma la basta extensión del cosmos está creciendo, y esto significa que todo lo que es y todo lo que existe está en un lento pero inexorable retorno al seno de la Unidad, arrastrando en ese fluir la sabiduría de cada ciclo. El estudio que estamos desenvolviendo sobre el desbloqueo de la creatividad, nos obliga a mantenernos dentro de los límites del microcosmos hombre. Es en este nivel de grandeza que debemos comprender las causas que impiden el libre fluir del proceso creativo. Debemos comprender la UNIDAD del hombre... y esto significa comprender no solo al hombre como SEMILLA, sino también a la TIERRA FILOSOFAL que lo contiene.

 

El verdadero vínculo que el hombre tiene con el universo no está en la mente sino en el corazón. Lamentablemente debemos afirmar que esta realidad se transformó, al cabo de muchos milenios, en una realidad potencial. Algo que deberíamos reconquistar. Como ya vimos, nuestro vínculo dialéctico con el universo hoy se centraliza en la actividad intelectual de la mente. Por otro lado, no está de más recordar que esa actividad mental nos vincula a una fracción infinitesimal del gran Universo, que acabamos codificamos de forma subjetiva a través de ese diálogo interno que ya consideramos oportunamente. Por debajo de esos conflictos dialécticos vibra el diálogo real, que es el que mantiene el corazón con esa misma fracción infinitesimal de universo que nos contiene. Claro que ese dialogo apunta a preservar la estructura de la Unidad entre la persona y su propia Tierra Filosofal. Con relación a los conflictos dialécticos que crea la mente intelectual, es importante comprender que no tienen como meta la preservación de la Unidad, sino que por el contrario buscan afirmar la independencia del individuo frente al universo que lo contiene. Normalmente tratamos de resolverlos nuestros conflictos fortaleciendo nuestras parcialidades, para auto afirmarnos ante la otra parte. Volviendo al corazón, es oportuno considerar que su sístole y diástole son una prueba testimonial de la propia Unidad, porque la primera no puede existir sin la segunda y viceversa. La sístole vivifica nuestra identidad mientras la diástole nos integra a nuestro propio universo individual que, como ya dijimos, es la Tierra Filosofal que nos contiene. No podemos decir lo mismo de los procesos de tesis y antítesis, que operan en nuestra mente racional. Si bien estos dan testimonio de la dualidad de la mente (lo que está en concordancia con la propia dualidad del universo), es muy importante comprender que cuanto más competitiva es dicha mente, más difícil se hace la obtención de la síntesis (que sería la expresión de la unidad a ese nivel),... y decimos que es difícil por que la tesis acaba transformándose en una línea sobre la que se van acumulando "evidencias",... y lo mismo podemos decir de la línea por la que se va desenvolviendo el proceso de las antítesis. Conclusión; cuantas más evidencias juntan ambas líneas, más distantes se encuentran una de la otra, con lo que la síntesis nunca se produce. Si, por algún artificio se consigue el silencio de este batallar tesis-antítesis, se crean condiciones para que aflore la dialéctica del corazón que busca siempre trascender el conflicto para integrar las partes en la Unidad. Cada conflicto superado por la dialéctica del corazón implica una transformación interior. Algo nuevo aflora en nosotros que estaba preso en el propio conflicto superado. Ese algo que aflora es, sin dudas, una experiencia que tiene que ver con la inspiración creadora. Toda Unidad está sustentada sobre su propio centro gravitacional. Esto genera una permanente fuerza de absorción que atrae lo disperso hacia el centro... y aunque lo disperso este sobre la presión de un accionar excéntrico (como las ondas que se hacen en el agua, cuando cae una piedra), la aceleración de este accionar excéntrico va disminuyendo por el efecto constante de la absorción que proviene del centro, y la resistencia que ofrece el entorno a la expansión. Sobre esta fuerza de retorno al centro opera el flujo vital de la existencia (hacia dentro y hacia arriba), y esto es algo que amerita una profunda reflexión.





ROLANDO GRIGLIO

Astrólogo Kármico